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Esta ha sido mi más reciente aventura y también la oportunidad de conocer una de las 7 nuevas maravillas del mundo que aún tenía pendiente: Petra, en Jordania.
Petra es un lugar mágico, que en primer lugar tuve la suerte de poder visitar con la experiencia de "Petra by night" una experiencia para poder visitar Petra de noche.
En esta experiencia, se alumbra con velas el recorrido desde la entrada hasta el Tesoro (que es realmente una pequeña parte del recorrido de Petra):

Posteriormente, podemos visitar el Tesoro, el cuál es iluminado de diversos colores, y podemos disfrutar tomando un té en el suelo de Petra mientras tocan música y hacen cantos tradicionales.


Si bien, el espectáculo en sí no es gran cosa, la sensación de estar en este entorno bajo la noche y verlo iluminado es una experiencia única.
No obstante, cuando realmente (al menos para mí) destaca Petra es por el día, un destino que parece sacado de un sueño.

Durante mi visita, me sorprendió la impresionante belleza de sus fachadas talladas en roca, que datan de más de 2,000 años. La ciudad fue la capital de los nabateos, un pueblo que logró dominar el comercio de la región gracias a su ubicación estratégica.

Aunque es conocida como la "Ciudad Rosa" por el color de sus piedras, Petra también es un testimonio de la ingeniería avanzada de sus habitantes. Además de las tumbas y templos, el sistema hidráulico que construyeron para recolectar y canalizar el agua es fascinante, mostrando la gran habilidad de este pueblo en el manejo de los recursos naturales.
Aunque la imagen que tenemos de Petra es la de el Tesoro, el recorrido por Petra puede llevar desde varias horas hasta todo un día, dependiendo de lo que quieras explorar, en mi caso dedique el día entero a recorrerla.
Desde el famoso Tesoro, al que se accede por el sinuoso Siq, hasta los monolitos y tumbas de los alrededores, cada rincón de esta ciudad perdida tiene algo que contar.

La sensación de caminar entre esas enormes paredes de roca tallada es algo digno de vivir.
Una parte dura, pero recomendable, fue la subida hacia el Monasterio (Al-Deir), un templo situado en lo alto de una colina al que se accede por una serie de escalones empinados (más de 800), lo que hace que la subida sea todo un reto, pero la vista y el templo al llegar valen completamente la pena.


Lo que hizo la experiencia aún más especial fue que tuvimos la suerte de visitar Petra en un momento de poco turismo. No había multitudes, lo que nos permitió disfrutar de la serenidad del lugar, casi en solitario, en medio de esta maravilla histórica.

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